EVOLUCIÓN EN LA EDUCACIÓN |
Cuando le pregunto a mi madre de 87 años cómo era
la enseñanza en su época, me dice con mucho énfasis que eran 67 alumnas de
todas las edades y todos niveles, a cargo de una única maestra en un único local. Me cuenta con orgullo que trabajaban en grupos de
15, divididas por franjas de edades, pero que ella, a pesar de ser de menor
edad, se sentaba con compañeras mayores porque destacaba. Recuerda que sólo tenían un libro –la
enciclopedia- que contenía distintas materias: lengua, matemáticas, geografía y
ciencias naturales.
Cuando le pregunto por la dinámica de clase, me
responde que mientras un grupo se acercaba a la pizarra para que le explicaran
lo nuevo, o lo que no podían entender por sí solas, los otros grupos estudiaban
en su enciclopedia lo que la maestra le hubiera indicado y las alumnas más
rápidas ayudaban a las más lentas.
Estas confesiones me han hecho pensar en una de
las ideas del hangout del miércoles 25. Me refiero a la de Carlos Magro cuando dice que “es mejor
aprovechar las clases en tareas de alto valor añadido”. ¡¡Lo mismo que hacía la
maestra de mi madre!! Y después también me ha venido a la mente el aprendizaje
colaborativo que nosotros hacemos como algo novedoso a través de aulas
virtuales, foros, muros de padlet, corubrics... ¡¡¡Pero si ya lo hacía mi madre
con sus compañeras sin salir de aquel pequeño local que utilizaban como escuela!!!
Así que creo que la única mutación reside en que
el acceso al conocimiento no se limita a los libros, o a lo que el profesorado
pueda trasmitir, sino que está en todas partes y por lo tanto la verdadera innovación
radicaría en conseguir compaginarlo con nuestros rígidos programas educativos.
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